26 mar 2011

Hacer Para Los Demás...


En estos tiempos cuando las circunstancias hacen de las tareas diarias algo tan agotador, es también igual de extenuante encontrar una ayuda extra. Aparentemente el participar en el beneficio de alguien o al servicio de un tercero es una de las tareas más difíciles de realizar de forma eficaz. Aunque este sea remunerado, se nota el desinterés de actuar en pro de otras personas.
Tal vez el error sea pensar que estamos trabajando para otro y deberíamos tornarnos más egoístas y darnos cuenta de que tarde o temprano esto nos va a beneficiar directa o indirectamente, dado que esta iniciativa se pudiera convertir en una semilla que pronto se habrá de propagar y en alguna de sus ramificaciones uno mismo será beneficiado. 
La vocación de servicio está en un claro peligro de extinción  (asumiendo que la cordialidad, con la que debemos pedir, no lo está) y nos cuesta expresar solidaridad en casos que tenemos al alcance. No se trata de andar por la acera regalando dinero a cuanto vikingo se encuentre (tampoco etiquetarlos a todos como vikingos), o esperar que venga un ultra terremoto y acabe con una isla que, de por sí, ya estaba pelando, si no tratar de ser conscientes con el hecho de que podemos ser más útiles diariamente.
Entrando en detalle y yéndonos hacia la mano de obra, es un evento bíblico-milagroso-contemporáneo (bien peluo) encontrar alguien que con agrado cumpla con la tarea por la que le están pagando. Lejos de tratar de ser fascista, imperialista o terrateniente cuesta entender como a las personas se les hace tan difícil cumplir con las tareas que los 15 y últimos les dan de comer, ¿Cómo es tan difícil encontrar gratificación en el deber cumplido? Suponemos que la culpa es quien exige el servicio, por  tomarse el atrevimiento de pedirme a mí, que ni me conoce, que deje de mandar mensajes por mi celular, me levante de la silla donde cómodamente estoy echao para que le busque un pan canilla y además que, a su criterio, lo haga de buena manera... Agarra tu pan y listo, no seas antojoso.
Como trabajador, tenemos que encontrarle razón a lo que hacemos, en caso de no ser lo que realmente queremos hay que entenderlo como algo temporal, no obligatorio y motivarnos a hacerlo bien, con el fin de acelerar el avance a una nueva etapa. Hay que estar claro que hasta el gerente mas papaupa está prestando un servicio y trabaja para alguien, no debe verse como algo degradante llevar a buen término nuestra labor. De todos modos, los que compramos el pan revisemos que no seamos tan antojosos y que sepamos hacerlo con respeto.
Para demostrar que no es solamente la mano de obra la que necesita de mejoras, está el caso de la señora o, más bien, de la persona (para dejar de asumir que solo los ancianos necesitan apoyo) que va caminando con un montón de bolsas de supermercado, este  resulta ser mi vecino del segundo piso, lo  paso como puedo en el descanso que se toma en las escaleras, donde inoportunamente me lo tuve que encontrar, porque no podía haber escogido otra hora para atravesarse, y logro seguir mi camino...  Dicen que es en el primer mundo donde la sociedad es muy fría, pues en el caso anterior me parece que el calor de la gente tropical no es más que la transpiración producto de las agobiantes escaleras que unen los pisos de un edificio lleno de la indiferente alegría de nuestra gente.
Por otro lado encontramos la cola preferencial de los bancos, la próxima vez que visiten un banco préstenle atención a esta área, ahí van a observar  casos que requieren una atención preferencial, pero estos van a estar bien diferenciados del resto de integrantes de la columna que por el contrario, la preferencia la ejercieron ellos al escoger esa cola por estar más corta, cumpliendo con el único requerimiento de ser muy capaces de abusar.
Tenemos que empeñarnos en rescatar los valores e irlos propagando y buscar diariamente convertirnos en mejores personas y así lograr vivir en las condiciones que a todos nos gustaría con una Máxima Calidad de Vida.
                                                                                                                                            P I P O.

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